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Las flores, un amanecer, un caballo… un amanecer montando a caballo… dicen mucho aunque no hablan nada. Una mirada que te abruma, no hace falta ni una palabra, te sobra hasta el más mínimo intento de articular palabra. Mientras todo esto pasa, charla y más charla, vanalidades, por eso necesitamos aderezarlo todo, con alcohol y café.

Habla menos y dirás más, porque la realidad es incompleta y  nuestro cerebro rellena los huecos.  Solo se tú, no seas un algo, una solución al acertijo, se tú para los demás. Disculpa que no hable más.

Mi madre se encuentra una caja en la carretera, en su interior, algo se mueve. Son ocho gatitos, una camada entera que ha tenido la desgracia de ser abandonada por una persona sin escrúpulos.

Los gatitos pasan la noche en el calor de un hogar, pero al día siguiente no nos queda otra opción que llevarlos a un hogar de acogida. Allí, los desparasitarán, vacunarán y les buscarán un hogar definitivo.

En el hogar de acogida, tras entregar a los pequeños felinos, no puedo resistirme  a dar una vueltita para ver los animalitos que allí se encuentran. Por cada jaula que paso no puedo evitar acariciar a cada uno de los perros que se acercan a saludarme. No me quiero ir sin haberlos acariciado a todos. Otra cosa no puedo hacer, sino darles un momento de cariño a esos animalitos que si pudieran contarnos su historia se nos caería el alma al suelo. Me sentí abrumado por las sensaciones que me invadían: pena, frustración, ternura y un largo etc…

No elijas dejarlos tirados, al menos llévalos a un lugar seguro, a un hogar de acogida. Sé Humano.

Al día siguiente compartimos la historia con alguien de la zona:

– ¿En esa caja habían gatitos?

– Si

– Pues llevaba al menos dos días ahí

Menos mal que pasabas por ahí mamá.

No va de pérdidas, de ausencias ni de ilusiones desvanecidas. Va de luces feas que apagan otras bellas. De tonos amarillentos nebulosos que eclipsan blancos hipnotizadores. Va de mi cielo y el tuyo, de farolas que no nos dejan ver constelaciones, de una refinería que tiñe de naranja mi horizonte y me  impide ver destellos reflejados en el Atlántico.

Quizás va de todo lo que contamina y apaga luces, y no me mires, tu sabrás que ilumina y que difumina tu vida. Yo solo se que algunas cosas feas brillan demasiado, pero insisto en ver el brillo de fondo de las bellas.

Siempre queda algo en tu interior, una chispa, poca cosa, pero suficiente para encender un fuego. No lo dudes, está en tu naturaleza, en tu instinto, puedes levantar la cabeza, suspirar, llenar de aire tus pulmones y levantarte con fuerza otra vez. Aunque te caigas nuevamente esa chispa seguira ahí, tu decides si avivar el fuego o dejarte llevar al abismo.

¿Y qué es esa chispa?La Chispa

Puede ser rabia, pundonor, ética, coraje, cabezonería, instinto de supervivencia o simplemente un amigo que te tiende la mano.

Cuando llegue ese día en el que nos volvamos  a encontrar me abrazaré a tú cuello y lloraré de alegría. Enrrollaré mis dedos en tus crines y te quitaré el serrín que siempre se te enreda. Te cepillaré a conciencia mientras te quedas relajado, muy quieto, luego limpiaré tus cascos y revisaré que no haya ninguna inflamación en tus tendones.

 Ensillaré, esa silla de raid que encargué y nunca pudimos llegar a estrenar, luego te pondré la cabezada azul, la de las carreras y daré cuatro pasos atrás para mirarte y pensaré: ¡que bonito es mi negro!

 Posteriormente calentaremos mientras estudiamos a los rivales y me concentro en la estrategia a seguir. Te acaricio el cuello y te digo algo al oído, Ya queda poco para la salida. Arranca el raid y salimos al trote, controlo tu impetu y te indico el ritmo a seguir, soy tu guía y tu mi fuerza, yo te animo y tú pones el coraje y el corazón.

 Esta vez no correremos en el monte entre los árboles y las montañas. Ahora las balizas de colores están clavadas en las nubes y nosotros trotamos sobre ellas a ritmo constante sintiendo la adrenalina de la competición, otra vez juntos. Lucharemos por ganar un nuevo raid, «El Raid de las nubes».

Pase lo que pase, al acabar la carrera, te acariaciaré y te daré las gracias por tu esfuerzo, por darme tanto y sobre todo, por haber cambiado mi vida.

Dedicado para todos aquellos que sepan lo que es perder algo más que un caballo.

Ando buscando un ataque de risa, de esos incontrolables, de los que no puedes parar, de los que te dejan una señal de hipo durante horas.

Cada vez son ménos frecuentes ¿será la edad? ¿el estilo de vida? Tanto es así que la última vez que tuve uno me quedé muy sorprendido y me di cuenta de que ya no río tanto como antes, es para pensar en ello.

El auténtico ataque de risa tiene cuatro factores fundamentales: falta de aire para respirar, falta de control de la risa, lágrimas de risa y por  supuesto el hipo post ataque.

Estoy convencido de que estos ataques son fundamentales para la vida, de hecho, una vez conocí a un enano del país de Estriñolandia que si no tenía un ataque de estos no evacuaba con normalidad y estaba todo el día de mal genio. Era tener un ataque y ser un derroche de simpatía por todos sus orificios.

Cuentan que la gente que no tiene dientes sufre ataques de risa crónicos, no pueden parar de reir, luego si se arreglan la boca dejan de hacerlo y se les acorta la esperanza de vida y ya no vuelven a tener jamas ataques, solamente una sonrisa falsa. Esto a la gente no le gusta así que dejan de sacarlos por la tele.

Ponle las riendas a otras cosas, pero no a la risa, déjala que campe a sus anchas y si se desata no pasa nada, si lo reprimes, algún día, tal y como me pasa a mi; echarás de menos reirte sin control.